Los datos más recientes de julio muestran que la relación entre el cobre y el oro ha descendido más de 8%, alcanzando su nivel más bajo desde noviembre de 2020. Este indicador se utiliza comúnmente para medir la preferencia de los inversores por activos de riesgo como las acciones tecnológicas y criptomonedas, en comparación con activos de refugio tradicionales como el oro y las bonos del Tesoro de EE.UU. El análisis económico señala que, con la recuperación económica global, un aumento en la relación cobre-a-oro generalmente se asocia con un aumento en las cotizaciones del mercado de valores. Sin embargo, cuando aumenta la incertidumbre económica, la demanda de oro aumenta, lo que puede llevar a una disminución en esta relación. Por lo tanto, observar una caída continua en este indicador puede preludiar una presión potencialmente descendente en activos de riesgo como Bitcoin.